Ay, los Oscar. Un año más, llegaron y se fueron, quizá no lo suficientemente rápido, y desde luego sin una sola sorpresa relevante, gracias a esa interminable y aburridísima temporada de premios que cada vez se hace más larga y más innecesaria. Ellen DeGeneres gustó mucho a aquél lado del charco, y bastante menos a este, donde su humor buenrollista y para toda la familia suele hacerse pesado a la media hora de estar aguantándolo. Y aunque 12 años de esclavitud se llevó el premio gordo a casa (haciéndole compañía a Argo como ganadora de Mejor Película escasa de premios), la vencedora moral -y numérica- de la noche fue sin duda Gravity, que se fue con siete estatuillas, incluyendo la de Mejor Director para el mexicano Alfonso Cuarón. Esto fue, a grandes rasgos, lo más destacado de la gala.
Lo mejor: Los triunfos de dos excelentes películas como 12 años de esclavitud y Gravity, que elevan la calidad del cine comercial actual más de un entero. Que se haya acabado la temporada de premios por fin.
Lo peor: La absoluta falta de emoción y suspense debido a la horrorosa temporada de premios, cada vez mayor y más absurda, y al morro que le echan en la Academia a la hora de seleccionar a los presentadores de las categorías, más evidentes imposible.
Las triunfadoras: Las ya mencionadas 12 años de esclavitud (3 estatuillas, incluyendo Mejor Película) y Gravity (7 estatuillas, incluyendo Mejor Director), pero también dos cintas que hicieron pleno absoluto: Dallas Buyers Club (3 de 3) y El Gran Gatsby (2 de 2).
Las perdedoras: Nebraska (6 nominaciones), La gran estafa americana (10 nominaciones) y El Lobo de Wall Street (5 nominaciones), que se fueron de vacío total. Posiblemente el combo color púrpura de la década.